jueves, 23 de julio de 2015

les recomiendo olvidar

Un intento ridículo por buscar las palabras adecuadas,solo por un comienzo hermoso. Desperté hoy encerrada en una pieza tan chica que ni pude ponerme de pie.  No es que mi dolor no tenga validez, es que no logro impulsarlo fuera de la puerta de la poesía. No puedo darle tacto.  Y la verdad, es de cobarde. Tanto me asusta llegar a entenderme a mi misma, que incluso de pensarlo doy un paso atrás. Pues por eso, entonces, la poesía se ha transformado en mi celda, en ella me escondo. 
Recuerdo haber dicho alguna vez, hace unos meses que la palabra destruía la poesía.  Después de eso no escribí hasta ahora. Me dí cuenta de que no hay manera de escribir poesía sin las mismas palabras que tanto odio. En el no decir está el engaño, pues la precisión suele ser necesaria. No pude evitar el daño. Aquella lámpara lleva tintineando infinitas horas y creo que es la razón por la cual me empecino en propiciar palabras tan vacías como todo aquello que escribo. Que se pudran las cordialidades de la letra, las comas bien puestos, los saludos animosos y las miradas obsequiadas que no son ningún regalo. Llevo días preguntándome sobre si vale la pena escribir. Es incluso más intrigante la pregunta, puesto que ya no solo escribo para mí misma, si no que para una página. Es primera vez que menciono esto en la misma página. Temía referirme a ella, pues quizás jamás quize asumirla. Pero es así, aquí está, mis discursos obsoletos, pero por sobre todo mi tiritar de cada día. ¿Alguien si quiera leerá esto? y esta pregunta se hace más interesante en cuanto yo descubra si es eso lo que quiero. Hay una pretensión detrás de este blog o página o lo que sea, y la desconozco. Sé que hay alguien que cree saber el porque me entrego de tan grave manera hacia lo visible, 
Sí, jamás había sido explícita en cuanto a lo que quiero decir. Pensé en poner "sincera" en véz de "explícita", pero la verdad es que, nunca he dejado de ser sincera, excepto, quizás por ahora, en la que intento justificar alguna mierda. Lo único que podría decir es que si necesito escribir acá es porque estoy sola. La modesta incertidumbre de una posible compañía, distante, a la cual no debo conocer, pero que está, me acompaña. No es el papel, no soy yo, es la posibilidad de un encuentro que remita belleza. Un encuentro que rescate un poco de lo que quiero entregar. Pero un encuentro que no lo arruine a través de mi presencia. No quiero ser malentendida como tan solo unas lágrimas, si no como alguien que no sé por que, no se rinde en la travesía de dejar de estar sola. Solo hay una contradicción, y es que, probablemente jamás desee abandonar esta soledad, ¿No es esa la contradicción constante en la que nos vemos todos involucrados? No podemos dejar aquello que nos hace miserables.