sábado, 26 de noviembre de 2016

Huir

No me leas en vano
para que cruce lo sordo de tu mueca.
No repitas esas húmedas palabras estériles
que renuncian a buscar lo podrido de las margaritas.
No asumas mi muerte como si un barco
estuviera en el puerto zarpando.
No subestimes mi tristeza
que se alza sobre la primavera
sobre la noche, sobre el silencio.
Arranqué el último dolor
para beber de la ola que pisó al hombre.
Vestí de fiesta mi incertidumbre
para luego ocultarme y huirme.
Y huída hoy aún me revuelco
en la posibilidad de no decir
"que la muerte se alze y se abran las flores
del alma fatigada y de su anhelo".


sábado, 19 de noviembre de 2016

Serena irrumpo tu sueño

Como un fruto encarnado en carmesí
sobre una muralla que no estaba pero nos mantenía de pie.

Como la máscara que nadie se pone
mientras bajo la sombra de un árbol yo escuchaba los pájaros.

Ha pasado tiempo ya desde que una ofensa amargó el corte,
apenó el venero motivo por el cual mis ojos se estropearon.

Escojo el silencio
a maldecir  palabras que víctimas se acurrucan como un crío asombrado.

El fruto se acomoda a sentir la carga de las flores,
de sus nombres: amapola, bugambilia, tulipán, margarita.

De su suavidad: sutil, flexible, reservada
que les exige la luz, que les exige la muerte.

Les exige la muerte como dos hombres vencidos al costado del edificio
como mirar el mar y ver siempre otra cosa.

A sus sombras se ocultan pecados perdidos
así es quien ora por mirar el reflejo del rocío en un cristal añejo.

Te hablo de lejos, reconozco  la tristeza de esta noche.
Podríamos compartir las horas del alba, las primeras luces exhaustas.

Irrumpo tu sueño sobre nuestras tumbas.
Serena irrumpo tu sueño.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Pájaro negro

Tu cabello olía a pájaro negro
como sábanas que saludan en su cuerpo las espinas.
La lluvia caía con miedo y bochorno
y aún así acorralamos los pasos del otoño guardados por un invierno mezquino.  

Por encima de tus labios flacos y melancólicos
podía asomarse el tierno susurro de ángeles caídos
o quizás de ese vino que nos embriagó tan suavemente
tanto nos embriagó que creí ser yo eterna.

Deambulando por las calles buscándote ayer
recordé durante el atardecer que se sostenía anaranjado,
la línea de nuestras pecas que juntas abatían
nuestros rostros mutilados suspirando aromas tardíos.

Hoy mientras mi piel se derrite en rincones bajos, a veces mudos
y escucha la cercanía de la muerte que tiende
una flor incrustada en mi cuerpo me pide
al extraño que en silencio me hará compañía.

Te olvido entonces, de repente
olvido tu oler a mojado, tu cuerpo relleno de rocas quietas.
Así igual como tanto tiempo lo he hecho
para dibujar algo en mí que no se quiebre.
Me mudo hacia la sota de corazones
para repetir palabras repetidas
sometidas y vacías al hablar de un poeta
que poeta no es sino vago.

Paso la carta a mi derecha,
sonrío como si el aire se hiciera de azúcar
acaricio la piel y pareciera que nunca lo he hecho
más se muy bien donde dejar la yema de los dedos

Sonrío tanto que parezco una idiota
mis ojos se derriten como curvas de seda
mi cuerpo amenaza con caerse de repente
y me sostienen sus manos como si lo necesitara

Pienso luego en elegir entre estación San Pablo o Los dominicos

o entre un beso o dormir acompañada. 
Pienso en mis palabras que hablan
como si bailaran hace mucho tiempo.